Cada día...

Yo me nazco, yo misma me levanto,
organizo mi forma y determino
mi cantidad, mi número divino,
mi régimen de paz, mi azar de llanto.
Establezco mi origen y termino
porque sí, para nunca, por lo tanto
Soy lo que se me ocurre cuando canto.
No tengo ganas de tener destino.

Ma. Elena Walsh

jueves, 19 de junio de 2008

Sujetos constructores de la Sociedad de la Información



A fin de comprender las transformaciones sociales y las problemáticas educativas que emergen de la Sociedad de la Información (SI), se desarrolla este artículo que intenta analizar y exponer algunas ideas elementales a partir del texto “De cómo la tecnología no logra integrarse en la escuela a menos que… cambie la escuela”. Begoña Gros 2004, Jornadas Espiral, Barcelona.

En el camino hacia el logro de una educación más adecuada a la actual SI, en la que exista una verdadera apropiación de la tecnología, aparecen elementos claves que no pueden escapar a la reflexión.

Todo el ciclo que recorre la información desde su formulación temprana en el siglo XIX, su consagración definitiva en su faz científica con la cibernética y la teoría de los sistemas, y su ampliación a través de los millones de sociedades (posindustrial, informacional, etc.) que actualizaron la utopía de la comunicación, culmina en proyectos gubernamentales de “Sociedad de la Información”.
Proyectos que, como expresa Armand Mattelart, “se nos presentan como si aportaran más democracia, más prosperidad... Es importante comprender que la noción de sociedad de la información que se ha popularizado se refiere a un proyecto concreto que no beneficia a la mayoría, sino que está construido, precisamente, sobre el mito de que va a beneficiar a la gran mayoría”.
Y concluye… “Si hay algo de cierto en la noción de sociedad de la información es que cada vez más intersticios de la vida cotidiana e institucional son penetrados por las tecnologías de la información y, por consiguiente, que cada vez serán más los sectores que se verán obligados a pensar en ello, bien para sumarse, bien para plantear la cuestión de otra opción”.[1]

Frente a este modo de desarrollo informacional[2] que determina cambios que afectan a todos los sistemas sociales, la escuela aparece como una institución de especial atención, dado que sus estructuras de organización y de gestión “han permanecido sustancialmente invariables a lo largo del tiempo”.
Si bien durante el S. XX la psicología evolutiva y la pedagogía han centrado sus investigaciones sobre modelos de enseñanza más acordes a la realidad social, aún y en muchos aspectos, “la escuela actúa en un sentido inverso al desarrollo actual de la sociedad”. (Begoña Gros)


¿Cuál es el papel de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en este escenario?

En principio, sólo tiene sentido hablar de las tecnologías en la medida en que podemos abrirnos al tipo de sociedad, de hombre y de educación que suponen, y que sin duda no viene determinado por las TICs. Por ello, deberíamos pensar a partir de las tecnologías, y no a favor o en contra de ellas.
Ya, en las primeras décadas del S. XX aparecían pedagogos como Dewey y Freinet que proponían el aprendizaje a través de actividades de diferente índole más que por medio de los contenidos curriculares establecidos, y se oponían a los métodos autoritarios.
Freinet definió un marco educativo que se basaba en la cooperación entre alumnos y maestros a la hora de elaborar los planes de trabajo, el uso de medios audiovisuales y fichas autoevaluadoras, y la creación de un libro escolar que permitiera seguir los progresos del alumno.
Desde hace tiempo ha aumentado la importancia de formar individuos completos, dotados de conocimientos y de competencias amplias y profundas, capaces de aprender a aprender y convencidos de la necesidad de incrementar continuamente el nivel de sus conocimientos. Y también, desde hace tiempo se ha ido incorporando a las escuelas el uso de las TIC (dependiendo, claro, de los lugares geográficos y situaciones económicas en las que se inscriben)

Ahora bien, para que las TIC sean superadoras de las tecnologías tradicionales deben favorecer procesos de reflexión, comprensión y análisis crítico en los alumnos; si por el contrario, cumplen la función de transmitir información ya elaborada e implican la emisión de respuestas repetitivas de parte de los estudiantes, se está en presencia de una actualización tecnológica sólo acorde a la presión social de incorporación de los últimos avances.
En este caso, el uso de las tecnologías estará al servicio de formas pedagógicas más “tradicionales” de transmisión del conocimiento.
Y es esta la situación que mayormente se ha vivido al interior de las instituciones educativas de nuestro país.


¿Qué ocurre con los profesores de la generación digital?

Hablar del rol del docente en este contexto, imaginar la situación de los espacios educativos, de los ambientes de aprendizaje en el futuro, como se ha expresado, no puede hacerse al margen de los otros elementos humanos con los que interacciona (cultura, sociedad, técnica) No se puede ignorar que el desarrollo de la industria del ocio o de las comunicaciones, los cambios culturales, los avances técnicos, la política, la economía, entre otros, condicionan el uso que las TIC tengan en el ámbito educativo.
En esta época de revoluciones, tensiones y cambios, el rol del docente se encuentra fuertemente presionado por la presencia de flujos comunicacionales, demandas sociales, malestares institucionales y una cierta fluctuación frente a la disparidad entre la cultura en la que se ha formado y la cultura en la que debe desempeñar su profesión.
Y el problema reside en que “a la tarea de enseñar y a los cambios, los profesores generalmente se enfrentan en solitario. El profesor dentro de la institución escolar puede ser innovador o no, según quiera o pueda”. (Begoña Gros)

Si bien comienza a haber experiencias interesantes en el uso pedagógico de las TIC y los resultados animan a intentarlo, a buscar nuevos desafíos, es también real que no todos los profesores y las instituciones de las que ellos forman parte, presentan las condiciones óptimas para llevar adelante estas innovaciones.
Podríamos enumerar la falta de conexión a la red, el deterioro de los ordenadores, la ausencia de proyectos institucionales y, en mayor medida, la carencia (en muchas provincias) de políticas educativas que impliquen transformar la escuela para que, finalmente deje de ser el espacio cerrado, autoritario o simplemente, aburrido e ineficaz.

Existe el desafío, la oportunidad, el riesgo, la necesidad...

Y sobre todo, comprender que en esta Sociedad de la Información de la que todos somos parte, el maestro es irremplazable...

“Si se trata de los objetivos del pasado, de transmitir información y conocimientos es probable que el docente pueda ser reemplazado por nuevas tecnologías. Para transmitir información, cualquier computadora acumula más información que todos nosotros juntos. Si se trata de pasar información es probable que el docente sea secundario. Pero si se trata de enseñar a aprender, el docente es irremplazable. Hace falta el modelo, hace falta el guía, hace falta alguien que enseñe el oficio, que muestre las operaciones, que guíe, que indique, que oriente. En ese sentido, la profesionalización docente aparece como una exigencia fundamental en el proceso de transformación educativa”.

Aprovechar estas potencialidades pedagógicas que nos brindan las TIC, se constituye en un gran reto para quienes nos interesa reinventar nuevas formas de enseñar y aprender.


[1] Armand Mattelart Historia de la Sociedad de la información. 1ª ed.- Buenos Aires: Paidós, 2002

[2] Castells, Manuel. La era de la información: economía, sociedad y cultura. Vol 1: La sociedad red, Alianza Editorial, Madrid. 1997

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